Cataratas del Iguazú

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Fotos: Antena Misiones

Ríos y arroyos de Misiones

Por su característica mesopotámica, Misiones presenta límites hidrográficos con los ríos Paraná, Uruguay e Iguazú. Pero también contiene una densa red de cursos de agua, en su mayoría cortos, caudalosos y accidentados que escurren sendos ríos marginales. En la suma, se observan 3 mil kilómetros de ríos en el interior del territorio misionero que hidrológicamente responden a un régimen pluvial estival, destacándose la ausencia de espejos de agua.

El Río uruguay


Por tipo de clima y de relieve, Misiones presenta un sistema hidrográfico de considerable densidad, estimándose 800 cursos permanentes de agua de muy diversas categorías, donde 270 fluyen hacia el Paraná y el Itaembé, 120 hacia el Iguazú y San Antonio y los 400 restantes hacia el Uruguay y Pepirí Guazú.
El río Paraná, el más importante de América del Sur después del Amazonas, en su curso superior recibe un gran aporte de numerosos ríos y abundantes precipitaciones de la región que recorre. Encajonado entre sus orillas barrancosas, establece el límite internacional con Paraguay. Su profundidad de hasta 50 metros hace que sea navegable para el transporte de cargas y pasajeros, generalmente desde y hacia los puertos de Iguazú, Eldorado y Posadas. Escoltando a la selva misionera, se dirige con un rumbo nordeste-sudoeste hasta Posadas, donde se ensancha, disminuye el desnivel de su lecho y contiene más islas, adoptando una dirección este-oeste.
Al este de Misiones, el río Uruguay, cualidades muy similares al Paraná por el suelo que recorre, se caracteriza por las numerosas cascadas, rápidos y correderas, como el Salto del Moconá, de seis a diez metros de desnivel, accidentes que impiden la navegación, aunque en determinados tramos se realiza con embarcaciones menores. Por la margen derecha, recibe la influencia de las aguas del río Pepirí Guazú, que constituye el límite entre Brasil y Argentina. Por las copiosas lluvias nacen innumerables ríos pequeños, llamados comúnmente arroyos, que bajan desde la sierra central y se dirigen hacia las cuencas del Paraná o Uruguay.

Atardecer sobre el Paraná cerca de su afluente el Iguazú

Por otro lado, al norte de Misiones, ubicamos al río Iguazú, principal afluente del Paraná. Establece parcialmente el límite internacional con Brasil. Su afluente más importante es el río San Antonio. Antes de desembocar en el Paraná, presenta un fuerte desnivel provocado por la presencia de un afloramiento de basaltos que conforma las conocidas Cataratas del Iguazú. El caudal máximo del río Iguazú, generalmente en el mes de septiembre u octubre, llega a los 2.500 metros cúbicos por segundo y el mínimo, de 1320 metros cúbicos por segundo, se produce en abril o mayo.

Las Cataratas del Iguazú

El río Iguazú, que en lengua guaraní significa “aguas grandes”, es el principal curso de agua del Parque Nacional Iguazú e integra la gran cuenca del Río de la Plata. La cuenca del Iguazú tiene una longitud de 1.320 kilómetros, de los cuales 1205 discurren por territorio brasileño. En su trayecto presenta una serie de saltos (la mayoría se convirtieron en represas), entre los que se destacan el Caixias, Santiago, Osorio y las Cataratas del Iguazú, el más grande y espectacular, con caídas de hasta 72 metros de altura, a 23 kilómetros de la desembocadura en el Paraná.
Las Cataratas del Iguazú tienen 2.700 metros de longitud, 72 metros de desnivel y 275 caídas de agua (cascadas o saltos), siendo el salto Unión, conocido también como Garganta del Diablo, el límite internacional. Su caudal es de 1.750 metros cúbicos por segundo, que después de precipitarse recorren vertiginosamente el profundo cañadón de la Garganta del Diablo. Es un proceso geológico, definido técnicamente como “rejuvenecimiento de erosión retrocedente”, excavó el cañadón llamado “Garganta del Diablo”, una pared de basalto de setenta metros de altura. Una vez superados los saltos, el río estrecha su cauce y corre entre paredones de unos cincuenta metros de altura, donde alcanza un ancho que oscila entre los treinta y cincuenta metros.
El curso del río presenta muchas curvas cerradas, y se encaja en el suelo rocoso de origen volcánico (basalto) formando una especie de abertura en las Sierras de la Victoria, donde se encierra produciendo dos cuchillas y, en el lecho, correderas y rápidos, es decir, tramos donde la velocidad de la corriente se acelera por un cambio de pendiente y por la obstrucción que produce la presencia de rocas. Luego aparecen en el río una serie de salientes y estrechamientos que se alternan hacia arriba y hacia abajo de cada corredera, dando origen a cañones en el basalto. Geomorfológicamente, se denomina cañón a una excavación profunda producida por la fuerza de la corriente de agua, de gran poder erosivo.
Cuando los afluentes no han podido adquirir el mismo ritmo del Iguazú, y éste toma un nuevo curso longitudinal, en su curso inferior se produce un gran desnivel que provoca numerosas rupturas de pendiente y niveles que seccionan en trechos al curso del río principal formando las cataratas, consideradas las más grandes del mundo por su extensión. Estas impresionantes caídas de agua forman un arco asimétrico con mayor desarrollo del lado argentino. En el interior del Parque hay varios arroyos de cauce moderado que son tributarios del río Iguazú, como por ejemplo el Santo Domingo, el Central, el Ñandú Chico, el Tacuara y el Yacuy.

Vivencias en el Corazón del Parque

Lagarto en uno de los paseos del parque

Hay un lugar en el medio de la imponente maravilla natural. El Parque Nacional Iguazú protege una isla rodeada de saltos. En ella, una ventana que enseña un verdadero espectáculo natural. En las Cataratas de Iguazú, la isla San Martín es otra opción para el visitante. Allí, más de un centenar de escaleras conducen al corazón del Parque Nacional Iguazú. En la isla San Martín toda la vegetación está rodeada de agua. Los saltos se escuchan y sienten desde cualquier esquina y espacio. El silencio no es característico allí, es imposible sentirlo.
Se llega a través del paseo inferior para cruzar con una lancha como servicio gratuito que atraviesa el río Iguazú y así contemplar desde la arena algunos de los saltos más espectaculares como el Bossetti y San Martín.
Desde la arena, una improvisada playa de verano permite contemplar los imponentes saltos de las Cataratas. Una vez en la parte superior de la isla San Martín, las emociones se magnifican en cada mirador con diferentes paisajes frente al visitante.
Si el Parque Nacional es uno de los más importantes reductos de la Selva Subtropical de la Argentina, esta pequeña porción de tierra es el corazón del Parque Nacional Iguazú. Su bioma constituye uno de los ambientes naturales más ricos del país, considerando la diversidad de formas de vida, entre las especies de plantas y animales. Su principal característica es la multiplicidad de estratos de vegetación que ocupan prácticamente el espacio entre el suelo y la copa de los árboles mayores, que se confunden unos con otros, por una maraña de lianas, enredaderas y epifitas. Es el Parque Nacional Iguazú en toda su plenitud.

Gigante desde el Iguazú

La Garganta del Diablo

La unión de los saltos, con su agresividad, bautiza a los aventureros. El río Iguazú permite a la Garganta del Diablo ser protagonista de uno de los mejores paseos en la provincia de Misiones. Desde las pasarelas, los turistas son testigos de la adrenalina que ofrece el servicio de lanchas de Iguazú Jungle Explorer.
Por tanta ansiedad, antes de llegar al Parque Nacional Iguazú ya se siente la adrenalina. La aventura comienza con el trasladado a través de un vehículo especial por el sendero Yacaratiá, transitando por la selva y conociendo la flora mediante una excelente explicación de Cecilia, guía de la empresa Iguazú Jungle Explorer. En español o inglés, los turistas escuchan con atención a la guía que durante los ocho kilómetros del sendero consigue penetrar al visitante en el espectacular mundo de la Selva Subtropical.
Minutos antes de llegar a Puerto Macuco, Cecilia adelanta a los visitantes la próxima experiencia por el río Iguazú inferior. Otra etapa de la aventura vuelve a comenzar al colocarse los salvavidas. Después de proteger los objetos de valor con bolsas especiales para no mojarlos, todo está listo para navegar por el río Iguazú inferior.
Primero el río se observa tranquilo. Un minuto más tarde, la embarcación entra al primer tramo del rápido y el corazón del pasajero comienza a latir con más frecuencia. Mientras tanto, el timonel a bordo sabe cómo llegar al sentimiento del turista y con mucha seguridad se va acercando al salto San Martín. El agua ya se siente más cerca, los aventureros ya están mojados y listos para seguir hacia el salto Los Tres Mosqueteros. Al llegar hasta su pié, y con la Garganta del Diablo muy cerca, el salto Los Tres Mosqueteros baña al pasajero una y otra vez; como un bautismo en plenas Cataratas del Iguazú. En ese momento, se escucha: “¿otra más?”. Es el guía quien pregunta a la entusiasmada tripulación quien no se hace rogar requiriendo una y otra vez que la embarcación vuelva a pasar por debajo del salto para volver a sentir el poder de la naturaleza.

Paseos de la Luna Llena

El paseo con luna llena en las Cataratas del Iguazú es uno de los más recomendados, donde el visitante encuentra sensaciones diferentes en el balcón natural de la Garganta del Diablo.

Cataratas del Iguazú bajo la luz de la luna

Faltaban dos horas para la medianoche y casi un centenar de turistas, entre franceses, italianos, japoneses, brasileros y argentinos, ya se encontraban con una copa de recepción en el restaurante La Selva, en el área del Parque Nacional Iguazú. Los visitantes ya se preparaban para degustar sus platos; entre pastas, coloridas ensaladas, la variada parrilla y los postres, después de finalizar un recorrido inolvidable por las Cataratas del Iguazú, pero de noche y con luna llena.

Para ello, se ofrecen tres salidas diarias, que se suspenden sólo por lluvias, donde el visitante se relaciona con la selva y gigantes cascadas de la Garganta del Diablo en horario nocturno.

Faltaban pocos minutos para las 20 y los visitantes ya estaban ansiosos para conocer a las cataratas con luna llena. Los guías de Iguazú Argentina y dos guardaparques dieron la bienvenida al masivo grupo, mientras explicaban las precauciones que se deben tener en cuenta para una visita impecable y segura. En varios idiomas, los guías enseñaron una introducción del paseo, lo necesario para que el visitante disfrute las Cataratas.

“No se trata de ningún peligro en especial. Hay que recordar que estamos en la selva, y de noche no deja de ser peligrosa también. Simplemente hay turistas que llegan a las cataratas con problemas de salud o algunas personas mayores de edad tienen accidentes menores”, señaló uno de los guardaparques que lideraban el grupo. Mientras tanto, una ambulancia está ubicada al pié de las pasarelas.

Una vez en la estación de trenes, con el frío de la noche, los aventureros comenzaron a recibir los primeros mensajes de la húmeda selva misionera. El recorrido hasta la estación Garganta del Diablo, lugar donde los visitantes bajaron del tren, demora tan solo 15 minutos y la temperatura es más baja en relación con el punto de salida.

Ya en las pasarelas, los caminantes nocturnos buscaron ansiosamente llegar hasta la mayor atracción de la noche: la Garganta del Diablo con luna llena.

Las tranquilas aguas del río Iguazú superior, antes de caer por los saltos, forman un espejo natural con la luz de la luna llena; como un cuadro pintado por el mejor artista plástico. Desde las pasarelas, mil cien metros desde la última estación hasta el salto Garganta del Diablo, los visitantes disfrutaron de ese espejo en cada tramo del recorrido.

Posteriormente, una vez finalizada la caminata, las cascadas ya estaban frente a la retina de cada turista, con la luna llena iluminando cada ilusión que despertaba conocerlas en un momento especial, por el horario y el clima. Las miradas no se alejaban de la unión de las cascadas, de 70 metros de altura, con el paisaje de la selva y la impactante luna de fondo.

El reflejo de la luz de luna en la gran cascada, a diferencia del espejo que producía en las tranquilas aguas del río, en esta oportunidad transformaba a la Garganta del Diablo en una cortina blanca, como un iluminado telón de cine, única y brillante, aunque en algunas oportunidades la bruma opacaba esa sensación. Mientras tanto, las cámaras fotográficas intentaban tomar una mejor imagen como recuerdo y las cámaras digitales filmaban la aventura de llegar a la Garganta del Diablo en horario especial.

Una vez que los aventureros dejan la última parada frente al salto Garganta del Diablo, se alejan lentamente y con la insistencia de los guías, el algunos casos observando la majestuosa maravilla natural esperando otro llamado insistente del guía para abandonar el lugar.

Grado de dificultad del paseo: bajo y sin riesgo de accidentes. Se recomienda no utilizar la máquina fotográfica con flash.

Observaciones: Se dispone de una ambulancia en el lugar para casos de emergencia. La atención de los guías es buena, dialogando con el visitante en varios idiomas y ante cualquier inquietud requerida. Los sanitarios en todo espacio del Parque Nacional Iguazú son muy higiénicos y cómodos. La atención en el restaurante La Selva es rápida y eficiente. El paseo es muy seguro.

En relación con los horarios de los paseos y reservas, comunicarse con la empresa Iguazú Argentina a través de info@iguazuargentina.com o visitar www.iguazuargentina.com

Eduardo Javier Viera
Periodista de “El Turista en Misiones”